Entre lápices de colores, acuarela y verduras, doña Cruz Antonia Molina Hernández, de la ciudad de Estelí, transforma cada rincón de su pequeño puesto en el Mercado Alfredo Lazo en una galería improvisada. Mientras pesa tomates y acomoda productos, sus manos también dan vida al material reciclado donde hace sus dibujos, un arte que le apasiona desde su niñez.
“Mi mamá me decía que solo vivía rayando los cuadernos”, recordó doña Cruz.
Doña Cruz Antonia Molina, a sus 66 años, tiene una mirada que observa todo con detalle, como si cada escena pudiera convertirse en un dibujo. En medio del ajetreo diario como comerciante, encuentra tiempo para dedicarse a su arte.
Aunque sus materiales como pintura y papel no son profesionales, en cada silueta y paisajes guarda una historia de personajes reales y ficticios, así como efemérides que se celebran en Nicaragua. Además, para ella esta es una forma de liberar el alma y sacudirse el estrés de su trabajo.
“Hay una libertad grande de pensamiento. El estrés se va a través del dibujo. Más que todo me inspiro en las personas”, expresó.
Con un carácter dulce, nunca deja de soñar y le gustaría recibir enseñanzas para mejorar su talento artístico, de igual manera, anhela realizar un dibujo que sea recordado para la historia, pero sin olvidar su negocio de verduras y chileros, que también es parte esencial en su vida.
Con cada trazo y cada venta, el arte y la vida cotidiana se entrelazan para doña Cruz Antonia Molina, con sencillez e inspiración.