El sol comienza a calentar y Asunción Miranda da rápidamente vuelta a la manigueta de una máquina de moler maíz para luego amasar la masa y echar las tortillas al comal, que esperan ansiosamente y con una sonrisa al lado del fogón cinco de sus ocho hijos, quienes han despertado bien temprano para ir a recolectar juntos la cosecha de maíz.
Esta es la vida cotidiana de esta humilde mujer, originaria de la comunidad indígena El Rodeo de San Ignacio, ubicada en el municipio de Telpaneca, departamento de Madriz. Asunción recorre con un morral de comida al hombro, agua y un machete en sus manos por 15 minutos hasta su parcela de tierra, ubicada a un kilómetro y medio de su casa.
Asunción Miranda tiene 40 años de edad y logró estudiar solamente hasta segundo grado de primaria, ya que durante su infancia el acceso a la escuela era limitado por la distancia y falta de maestros, por lo que tomó como opción convertirse desde bien pequeña en agricultura conservacionista, amante de la naturaleza y la Madre Tierra.
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Es una manzana de tierra de la que dispone Asunción Miranda y desde ahí produce maíz y frijoles utilizando técnicas de conservación de suelo, curvas a nivel, incorporación de rastrojos y la utilización de biofertilizantes elaborados por ella y sus hijos.
Según relata esta humilde mujer, ella ha logrado mejorar sus niveles de producción y rendimiento en sus cosechas sin tener que depender del financiamiento de nadie. Esta misma condición le ha permitido almacenar para conservar granos y semillas, así también comercializar el excedente, consiguiendo así independencia laboral y económica, ya que gracias a esto ha logrado seguridad alimentaria, comprar más tierra, tener animales de patio, tener ropa y comida para sus ocho hijos, así como pagar los estudios universitarios de sus dos hijos mayores.
El anhelo de María Asunción es comprar más tierra, diversificarla y convertirla en una finca modelo.
Colaboración: Famnuel Úbeda
