Elisa del Rosario Castellón Úbeda es madre de Dylan Odorico Zambrana Castellón, un niño de seis años con síndrome de Down, cuya vida ha sido un milagro de lucha y esperanza.
Desde su nacimiento, Dylan enfrentó serios problemas cardíacos y tuvo que someterse a tres cirugías de corazón. Debido a la falta de recursos médicos en Nicaragua, su operación debía realizarse en Colombia, pero el costo ascendía a más de 20 mil dólares.
Gracias al apoyo de empresas privadas, el seguro social y la ciudadanía, Elisa logró reunir los fondos y salvar la vida de su hijo, quien hoy sigue recibiendo seguimiento médico y ha mostrado una notable mejoría en su salud.
Elisa abandonó su empleo para dedicarse por completo al cuidado de Dylan, quien requiere atención especial y constante supervisión. A través de juegos y repeticiones, le ha enseñado a comunicarse y a reconocer objetos y personas.
A pesar de los desafíos, la familia lo rodea de amor y apoyo, y Dylan ha demostrado que puede desarrollarse con autonomía, sorprendiéndolos con sus aprendizajes y su cariño incondicional.
“Él tiene un rango de síndrome de Down, tiene tres cirugías de corazón. Agradezco a las instituciones del gobierno y a empresas privadas que desde el primer día de nacimiento nos han apoyado. Todavía al Seguro Social vienen una vez por año para hacerle unas entrevistas del Programa que se llama Todo con Vos”, relata Elisa.
Ella recuerda que su hijo fue desahuciado “A él solo le daban 6 meses de vida. Cuando me dijeron que era un niño con síndrome de down no me sorprendió porque en todo el mundo hay niños con el síndrome. No era el primero”, comenta la madre de Dylan.
Desde su primer año de vida, Dylan ha sido parte de la escuela especial Héroes y Mártires de Ayapal, en Estelí, donde ha recibido terapias y educación adaptada a sus necesidades.
La profesora Ivania Velázquez, quien trabaja con niños con síndrome de Down en dicha escuela, explica que cada estudiante es atendido de manera personalizada para potenciar sus habilidades.
Mientras algunos aprenden a leer y escribir, otros desarrollan destrezas para la vida cotidiana.
“Trabajo en primero y segundo grado en escuela especial y enseño a cinco niños con síndrome de Down. Aquí en la escuela especial tratamos de brindarle todo lo que el niño necesita para su desarrollo. Es una atención individualizada, ya que cada niño y niña presenta sus propias necesidades y sus propios desarrollos”, relata la docente.
La profesora Ivania enfatiza que el proceso es lento, pero con esfuerzo y dedicación, los niños pueden alcanzar su máximo potencial.
“Tenemos indicadores de logros y criterios de evaluación para cada uno de los niños y niñas de la escuela. A mí me encanta trabajar con ellos porque es un aprendizaje para la vida. Todos los días uno aprende, como un don de Dios. Es un amor verdadero que tienen ellos hacia la maestra y la maestra hacia ellos”, dice emocionada.
Para Elisa, la clave está en la paciencia, el amor y la confianza en que cada niño, sin importar su condición, tiene derecho a aprender y a ser feliz.