En una humilde vivienda ubicada en la comunidad Los Calpules, en el municipio de La Concordia, departamento de Jinotega, las manos de Francisco Javier Díaz Arauz moldean el alfeñique con la misma paciencia de los artesanos antiguos.
Empezó a trabajar desde los 14 años, como ayudante en la Molienda de Caña Los Calpules, pasando por diferentes puestos de trabajo, desde el secado del bagazo de la caña, el proceso del trapiche y la fabricación de dulce. Todo esto le sirvió como una escuela para luego tener su propio negocio, donde elabora y vende unos 150 alfeñiques al día.
"Comencé con un tercio de dulce y de ahí comencé a vender a la gente de aquí, hacíamos unos 50 alfeñiques al día, fue aumentado la demanda, ahora en promedio hacemos 150 alfeñiques día, lo distribuimos a vendedores que tienen sus tienditas o a clientes que me encargan", detalla Francisco Javier.
En cada mordida de un pedazo de alfeñique, los clientes experimentan variedad de sabores, pues aparte del dulce, se les agrega canela, leche y maní, resultado de un proceso de trabajo arduo.
Este producto, derivado de la caña y elaborado con mucha dulzura y dedicación por Francisco Javier, ha llevado a que personas de distintas partes de Nicaragua y del extranjero, especialmente de Estados Unidos y de España, visiten la comunidad Los Calpules, La Concordia.
Francisco Javier ha encontrado, a través de este oficio, una forma de obtener el sustento diario para su familia y genera empleo directo a cuatro personas. Una de sus metas es aumentar la producción de alfeñiques.
Para Francisco Javier Diaz Arauz, el arte y la tradición pueden convertirse en una fuente digna de trabajo y orgullo. "Con esto hemos salido adelante, gracias a Dios y a mi equipo, esperamos a futuro una mejor venta", destaca.