Falta que haya justicia, democracia, libertad y autonomía universitaria. Eso es lo que manifestó Amaya Coppens, la estudiante de quinto año de medicina de la UNAN León, quien después de 9 meses de estar confinada en la cárcel por haber participado en las protestas de abril 2018, recuperó ayer su libertad.
El gobierno comunicó que está vaciando las cárceles de los presos políticos por la aprobación de la Ley de Amnistía, sin embargo, Amaya Coppens, quien llegó a su casa ayer en Estelí, dijo que ellos no han cometido ningún delito.
Fue detenida por la policía que allanó sin orden judicial la casa en la que se encontraba el 10 de septiembre del año 2018 y luego le imputaron un rosario de delitos, entre ellos el de terrorismo, tenencia ilegal de armas y secuestro.
Coppens asegura que las madres que perdieron a sus hijos, deben recibir justicia y en Nicaragua debe haber libertad y respeto por su máxima ley, la Constitución que garantiza los derechos a la movilización y protesta.
La estudiante de padre belga llegó en un microbús de la Cruz Roja a su casa en el barrio El Rosario de Estelí y pese a que siempre se le vio con una enorme fortaleza contradiciendo los argumentos del gobierno cuando estaba presa, una vez que se bajó del microbús no paró de llorar, pues la emoción la embargaba.
El abrazo de su madre y su padre, el saludo de muchísimas manos de amigos y admiradores que querían abrazarla, fue lo primero que recibió Coppens, la brillante estudiante universitaria, quien dijo además que quieren recuperar la autonomía universitaria, que los estudiantes no sean instrumentalizados por el partido de turno y que las autoridades como la rectora de la UNAN León, Flor de María Valle sean más transparentes.
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Logró recibir con mucha alegría a su hija
Tamara Zamora expresó su enorme alegría por recibir a su hija Amaya Coppens la mañana de este martes en el barrio El Rosario de Estelí.
A pesar de que siempre supo que ese día tenía que llegar, su inmensa alegría le parecía mentira y como si fuera un sueño lo que estaba viviendo acompañada de muchas amistades, vecinos y jóvenes, apenas contenía sus lágrimas.
Banderas azul y blanco, chimbombas y música de protesta eran parte del ambiente que se vivió en la casa de Amaya Coppens cuando fue entregada por representantes de la Cruz Roja a su familia.
A pesar de la presencia de algunos motociclistas que aparentemente vigilaban la actividad y que una camioneta llena de antimotines se mantuvo detrás del microbús donde era trasladada Coppens, los manifestantes no dejaron de gritar consignas y agitar la bandera azul y blanco.
Doña Tamara Zamora, quien manifestaba el orgullo por su hija, la describió como una jovencita que desde niña ha sido muy sensible a su entorno social.