Tradicionalmente la tierra, las actividades agrícolas y espacios de participación para el fortalecimiento de capacidades y habilidades en el campo productivo han estado en manos de hombres, pese a ser la mujer la que sufre y resuelve con sus iniciativas en tiempos de crisis, como las ocasionadas por el cambio climático.
En algunas comunidades rurales del municipio de Totogalpa en el departamento de Madriz, eso es cosa del pasado, ya que las mujeres han logrado insertarse en diferentes cadenas productivas, implementando buenas prácticas agroecológicas, asumiendo responsabilidades y retos, no solo para producir la tierra, sino para alcanzar espacios de participación y mercados.
El Mamel es solo una de las comunidades de Totogalpa que han dependido por tradición de la producción de granos básicos, pero a partir de las afectaciones del cambio climático, este rubro ha dejado de ser rentable y los hombres han abandonado sus tierras.
Mientras que las mujeres buscan nuevas alternativas de producción y de ingresos que ayuden a enfrentar el hambre y nutrición de las familias.
Karina Inestroza Mejía es maestra de inglés, pero es una de las tantas mujeres jóvenes que buscan frenar la migración y reactivar la economía de su comunidad a través de la siembra, producción y comercialización de pitahaya que promueve Ayuda en Acción, una organización de cooperación que promueve programas de desarrollo integral y territorial.
Esta joven no siembra a gran escala, pero su producción es suficiente para llevarla al mercado y comprarse alimentos, además trabaja de manera colectiva con otras mujeres en producir miel, la que comercializan en ferias y mercados de su municipio.
Además de la producción de pitahayas, las mujeres están involucradas en apicultura. Foto: CortesíaNuevas alternativas de producción
Cosechas perdidas, profundización de las aguas y migración de las familias son parte de los efectos de la variabilidad climática en el departamento de Madriz, donde organizaciones como Ayuda en Acción apuestan a enfrentarlos a través de la organización, participación comunitaria y nuevas alternativas de producción.
La siembra de pitahaya y producción de mil de abejas son dos rubros que se buscan introducir en algunas comunidades, ya que se adaptan a las condiciones ambientales, no se requiere de agua, mucho menos de inversión económica, además tiene mercado.
Tamara Lagos, coordinadora territorial del este organismo, aseguró que para ello se involucra a las mujeres y jóvenes de comunidades indígenas en procesos de capacitación sobre el manejo de este cultivo y apiarios para la producción de miel de abejas.
La funcionaria aseguró que el proyecto dotó a los beneficiarios de materiales básicos para el desarrollo de estas iniciativas económicas y entre esos equipos se destacan trajes, espátulas, centrifugas y las colmenas.
