La ciudad de Estelí, en Nicaragua, ha sido testigo del notable crecimiento económico e industrial a lo largo de los años. Entre los impulsores de este desarrollo se encuentra Rufino González Molina, un hombre que comenzó su carrera como un niño ayudando a su padre en la construcción y que terminó convirtiéndose en un visionario en el negocio de la construcción de la ciudad.
Desde temprana edad, a sus 10 años, Rufino se inició en el mundo de la construcción al trabajar junto a su padre, Wenceslao González, en la construcción de la fachada de la majestuosa Iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario. La tarea incluía la construcción de las dos torres y el frontis, lo cual dejó una profunda impresión en Rufino y lo impulsó a seguir su pasión por la construcción.
En el año 1949, Rufino González fundó su propia empresa constructora, llevando el nombre de Rufino González. Influenciado por su trabajo y su incansable espíritu de superación, Rufino dedicó su vida a la construcción, aprendiendo también con cada libro y texto técnico que llegaba a sus manos sobre construcción.
Pero el legado de Rufino no se limitó solo a la construcción de edificios. En 1963, en pleno auge del crecimiento de Estelí, fundó la primera fábrica de pisos y materiales de construcción en concreto de vanguardia en la región. Esta fábrica se convirtió en un referente en la industria y, en este año 2023 celebra su 60 aniversario desde su fundación, dejando un legado perdurable en la ciudad.
La fábrica de ladrillos de Rufino González ha sido testigo de los avances y cambios en la industria de la construcción a lo largo de estas seis décadas. En su sala de exhibición, se pueden apreciar las diversas variedades y estilos de ladrillos que han sido elaborados a lo largo de los años.
La elaboración de cada uno de ellos fue el resultado de diseños únicos y la importación de maquinarias especiales desde Italia, generando así una auténtica revolución tecnológica en Nicaragua, especialmente en la zona norte.
El impacto de la fábrica de Rufino González trascendió los límites de Estelí. Sus ladrillos han sido utilizados en la construcción de emblemáticos edificios no solo en esta ciudad, sino también en otros países como Estados Unidos.
Algunos de estos edificios han resistido el paso del tiempo y se mantienen en buen estado, formando parte del valioso patrimonio arquitectónico diseñado y construido por Rufino González.
Entre las construcciones destacadas que aún se mantienen en pie en Estelí, encontramos el Colegio Nuestra Señora del Rosario, el Instituto San Francisco, la Clínica Santa Martha, la Iglesia de la Cruz del Calvario y el edificio del Banco Nacional de Nicaragua (ahora LA FISE) y el Banco Nicaragüense (ahora AVANZ). Además, su última obra, Plasencia Cigars, conocida como la catedral del tabaco, también se suma a la lista de construcciones emblemáticas en la zona.
La perseverancia, la calidad y el compromiso de Rufino González Molina con el desarrollo arquitectónico y la construcción le valieron varios reconocimientos nacionales e internacionales a lo largo de su carrera. En octubre de 1998, recibió el Trofeo otorgado en Madrid por la editorial Ofice. Además, en marzo de 2000, fue galardonado con el premio internacional Arco de Europa a la calidad y prestigio empresarial, entregado en París, Francia.
Aunque Rufino González falleció en 2006, su legado sigue vivo a través de la fábrica de ladrillos, que continúa en pleno funcionamiento.
Con el paso del tiempo, la fábrica ha ampliado su oferta, incorporando la importación de cerámica y azulejos. La pasión y el compromiso por mantener viva la tradición familiar han permitido que la fábrica se mantenga activa gracias a sus hijos y nietos, quienes han asumido la responsabilidad, refiere la ingeniera Thelma González, actual gerente de este negocio familiar.