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Toda una vida de trabajo pero sin un seguro para su vejez

Eduardo Campuzano trabajó para la compañía de telefonía pública pero cuando se privatizó, fue despedido sin seguro. Se dedicó a vender refrescos y enchiladas para sobrevivir. Ahora no puede caminar y requiere una cirugía que no puede pagar.


Periodista Redacción Digital ABC
02-Agosto-2019
Estelí-Nicaragua
Eduardo Campuzano es un hombre de 63 años de edad que dio su juventud a la antigua compañía telefónica de Nicaragua conocida como TELCOR. Su trabajo era el de interconectar llamadas a través de circuitos y hacer posible la comunicación entre familiares, desde una central telefónica a una casa o posiblemente al extranjero.

Entre 1980 y 1990 era una sola cabina telefónica en los pueblos y en las ciudades como Estelí, la telefonía convencional era selectiva y para privilegiados, muchos esperaban hasta cinco años por la asignación de cuña o línea telefónica.

La alternativa de comunicación era realizar o esperar llamadas a los puestos públicos que había instalado TELCOR y Eduardo Campuzano trabajaba desde las redes para garantizar una comunicación eficiente.

Este hombre logró a través de la línea telefónica unir a novios, matrimonios y familias completas que ansiaban escuchar la voz o tener informaciones de alguien cercano. Eduardo cuenta que entregó alma, vida y corazón a la empresa que lo despidió sin un seguro ni pensión económica para cubrir las necesidades de su vejez.

Él es solo uno de los tantos hombres y mujeres que salieron por retiro y sin beneficios, cuando la telefonía comenzó a revolucionar y el gobierno central de aquel entonces decidió vender la empresa estatal de comunicación a la transnacional Enitel (conocida ahora como Claro).

Eduardo Campuzano dejó de estar entre cables y teléfonos para vender refrescos y enchiladas en las calles de esta ciudad norteña, esto como una forma de sobrevivir.

Descripción

Aquejado por el dolor, Eduardo Campuzano permanece en su cama sin poder caminar. Foto: Famnuel Úbeda/Radio ABC Stereo

Ahora se encuentra postrado en una cama, donde se revuelca del dolor que ocasiona un desgaste de cadera y hoy clama por la solidaridad, ya que necesita una cirugía que tiene un costo de 3,500 dólares, que él no puede pagar.

"Fue de repente. Primero se me afectó el nervio ciático, que se me desapareció, después fue la cadera, y de repente ya no pude caminar. He ido al hospital y me dijeron que la prótesis de cadera no es muy segura porque a cómo vienen donaciones, puede ser que no vengan. El doctor Díaz de la Clínica Segoviana me ofreció la operación y me dijo que estaba por los 3,500 dólares", comentó don Eduardo.

Si usted desea colaborar con esta causa, puede visitar a don Eduardo Campuzano en su vivienda, ubicada de la pulpería Los Coquitos 2 cuadras al sur y 2 cuadras al oeste, casa esquinera a mano derecha, o llamar al número: 8732-0363.

Colaboración: Famnuel Úbeda

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