Durante varios años, los cibercafés, o simplemente “ciber”, en la ciudad de Estelí fueron puntos de encuentro para adolescentes y jóvenes. Fue ahí donde muchos crearon por primera vez sus correos electrónicos y abrieron sus cuentas en redes sociales. Estos espacios formaban parte del día a día de la juventud, ofreciendo no solo acceso a internet, sino también convivencia y aprendizaje.
Con el paso del tiempo, la realidad cambió: las computadoras que se alquilaban por hora desaparecieron y los negocios tuvieron que transformarse ante el imparable avance de la tecnología.
Un ejemplo es el ciber que se ubica contiguo a la Escuela de Educación Especial de Estelí. Su propietario, Alfredo González, narró que comenzó a funcionar en el 2011 y acudían decenas de personas a rentar computadoras. Pero en el 2017, las cosas comenzaron a cambiar al haber más teléfonos inteligentes e internet en los hogares, esto le obligó a actualizar su negocio. Poco a poco, las máquinas y sus escritorios dejaron de ocupar espacio, y actualmente ofrece artículos tecnológicos y material escolar.
“Los niños y los adolescentes llegaban al ciber después de la escuela para sacar sus tareas. También hacíamos llamadas nacionales e internacionales”, expresó González.
Al recorrer Estelí se pueden observar varias fachadas de lo que alguna vez fueron cibercafés. La mayoría ha cerrado, y otros se han adaptado a distintos negocios. Así mismo, existieron las populares “nintenderías”, donde muchos jugaban por horas. Hoy, esos espacios han desaparecido. Los jóvenes ahora cuentan con sus propios dispositivos o instalan juegos en su celular.
Para el ingeniero en Sistemas de Información, David Rivera, esta transformación paulatina era inevitable, parte de un proceso normal de desarrollo tecnológico, donde cada vez se ofrecen más alternativas, llegando hasta el auge de la Inteligencia Artificial.
“Ahora lo tenemos todo al alcance de la mano. Estamos en contacto con familiares y grupos de trabajo. De cierto modo, los teléfonos a nivel cotidiano vino a revolucionar completamente todo”, informó el ingeniero.
En tanto, la esteliana Martha Rosales recuerda lo complicado que era comunicarse en años anteriores. Hablar con un familiar en el extranjero implicaba largas filas en los teléfonos públicos, un proceso agotador y desesperante. Ahora, gracias a la modernización, las familias pueden mantenerse en contacto constantemente.
“Recuerdo que antes por sentarse en una computadora y tener comunicación con otras personas debían pagar y poder investigar. Ahora tenemos distintos medios que nos transportan a una nueva etapa tecnológica”, declaró Rosales.
Hoy, las paredes deterioradas y los locales vacíos de antiguos cibercafés conservan la memoria de una generación que vivió ahí sus primeras experiencias en internet.
Con la llegada de la inteligencia artificial, vivimos una nueva etapa que redefine la comunicación, el trabajo y la interacción social. Los cibercafés de Estelí nos recuerdan cómo la tecnología transforma nuestra forma de vivir y relacionarnos. Lo que ayer fue novedad, hoy es recuerdo, y mañana será historia.