Cada septiembre, doña Gladys Orozco Zapata, originaria de la comunidad Jocomico, en San Nicolás, vuelve a sentirse como una estudiante. A sus 63 años, se traslada al borde de la carretera de Santa Cruz, Estelí, con entusiasmo y una pequeña bandera azul y blanco ondeando en su mano. Aunque apenas cursó el primer grado de primaria, su corazón late fuerte por las fiestas patrias.
Desde hace más de 5 años espera con emoción el paso de la antorcha centroamericana rumbo a La Trinidad, Estelí. De niña no tuvo oportunidad de estudiar, su madre falleció cuando ella era una bebé y nunca conoció a su padre. Aun así, estas celebraciones patrias le han dado inspiración para sentirse parte viva de la historia.
“Siento alegría de correr la antorcha. Es voluntad mía, me apasiona como nicaragüense”, expresó.
Doña Gladys Orozco Zapata, actualmente vive en la casa de Albertina Lanuza Rodríguez, donde no solo ha encontrado un refugio donde vivir, sino a una familia. Tiene cuatro hijos, pero no convive con ellos.
A su avanzada edad se ha dedicado a vender verduras y lavar ropa ajena, esfuerzos con los que cada año logra tener su uniforme completo para correr la antorcha.
“Compro el uniforme. Voy recogiendo poquito a poco”, añadió.
Para doña Gladys Orozco Zapata, la antorcha es una llama viva de esperanza. Mientras va recorriendo en medio de los estudiantes y atletas destacados, la emoción que siente hace que se le olviden los kilómetros que tiene por delante.
“Estudien, prepárense y cuidense”, fue el mensaje que doña Gladys quiere transmitir a las nuevas generaciones.
Mientras la antorcha centroamericana sigue su recorrido, doña Gladys Orozco Zapata se queda de pie viendo como la llama se aleja, pero deja encendido algo más profundo en su alma. Su personalidad humilde y decidida es un recordatorio de que el amor por la Patria no se mide en títulos ni en grados escolares, sino en gestos sencillos y valientes.