En el mundo existen alrededor de 200 especies de abejas. Nicaragua alberga varias variedades, pero entre las que más prevalecen en la zona norte y occidente son las melíferas y meliponas, por lo que la miel y cera de las colmenas se han convertido en fuentes de ingresos económicos para muchas familias en el campo, como José Luis Rodríguez, un hombre dedicado a la apicultura durante los últimos diez años en el municipio de Achuapa, en el departamento de León.
"A partir de la apicultura uno tiene algunos ingresos y te deja también una satisfacción como humanos, uno tiene mucho que aprender de las abejas, que es la parte organizativa", expresa José Luis.
Las abejas, además de producir miel, son las responsables del 80 por ciento de la polinización que facilita la fecundación de flores y semilla. Juan Alberto Pérez Vásquez, experto en apicultura y quien se dedica a la asistencia técnica en los apiarios que promueve el Instituto de Promoción Humana (INPRHU) en el departamento de Madriz, explica que las abejas constituyen una pieza fundamental en la producción de alimentos. "Nos permiten obtener mejores rendimientos en los cultivos", destaca.
Desde el año 2014, en Nicaragua la crianza y cuido de abejas se han convertido en un rubro alternativo para muchos hombres y mujeres que perdieron sus producciones de café y granos básicos, ya que se requiere de poca inversión económica.
Argel Pérez Martínez, un joven que inició como apicultor cuando apenas tenía 14 años de edad en el municipio de San Juan de Rio Coco, departamento de Madriz, ahora lleva diez años en contacto con las abejas. Según Ángel, los incendios forestales, altas temperaturas e insecticidas ponen en riesgo el hábitat de estos insectos, ya que se pierde la floración y capacidad de producción de miel.
Las abejas pueden volar hasta 4 kilómetros por día para visitar hasta mil flores y recogen polen y néctar, este poder polinizador ha generado una gran preocupación, no solo en apicultores, sino también en agricultores y la comunidad científica mundial, por ello cada vez tratan de cuidarlas mejor.
Una de esas personas es doña Sonia Alfaro, una maestra jubilada de la comunidad de Guasuyuca en el municipio de Pueblo Nuevo, en el departamento de Estelí, una mujer que decidió adoptar dos colmenas que se encontraban en el abandono y lo hizo por salud, pero pronto se dio cuenta que ella podía multiplicarlas.
El pastoreo de abejas es una alternativa para conservarlas, pero los apicultores como doña Sonia han tenido que enfrentarse, no solo al cambio climático, sino también a la maldad del mismo hombre. "Sufrí varios ataques como el incendio de las colmenas, robo de miel", lamenta.
En el mundo las abejas hoy están muriendo por la falta de alimentación y agua y están emigrando a las grandes ciudades, donde muchos buscan deshacerse de ellas a través del fuego e insecticidas. En tanto, personal de socorro, como el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Estelí lucha por su conservación.
¿Se ha preguntado usted cuál sería el futuro de la humanidad las abejas? Moriríamos por hambre, ya la producción de granos y frutos se vería afectada si no hay polinización. Escucha este reportaje dando clic aquí.