La celebración de La Purísima, una de las festividades religiosas más arraigadas en Nicaragua, tiene sus orígenes hace más de cuatro siglos. Fray Marlon Ariel Talavera Gutiérrez, quien sirve en el Monasterio Inmaculada Concepción y en la Catedral Nuestra Señora del Rosario de Estelí, narró que la imagen de la Virgen de Concepción que se venera en El Viejo, Chinandega, llegó gracias a un regalo de Santa Teresa de Ávila.
La historia cuenta que el hermano de Santa Teresa Ávila, don Pedro Cepeda de Ahumada, transportaba la imagen hacia Perú cuando una tormenta lo obligó a refugiarse en el puerto El Realejo, en El Viejo, Chinandega. Allí, los pobladores pidieron resguardar la imagen en la parroquia local, donde comenzaron a ocurrir milagros.
Al intentar continuar su viaje, el mar se agitó violentamente, lo que los lugareños interpretaron como un signo de que la Virgen quería quedarse, por lo que la imagen aún permanece en el templo.
La devoción se fue expandiendo y años después nació La Purísima, promovida por los franciscanos en León.
La evidencia documental muestra que para 1742 ya existía esta celebración mariana, pero la guerra de ese entonces empobreció los festejos y fue hasta 1857 cuando se restauró y se extendió la tradición tras recuperarse la paz.
Esta festividad es única a nivel mundial. Aunque otras naciones comparten esta devoción, la forma en que se celebra en Nicaragua es distintiva y ha sido transmitida de generación en generación, al grito de: ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!
"La Purísima representa, en realidad, un rasgo característico de los nicaragüenses. Entorno a la Virgen se cultiva la alegría, el espíritu de familia, la hospitalidad, la generosidad, y sobretodo, la gratuidad", destaca Fray Marlon.
El monje explica que "aún cuando una familia esté atravesando estrecheces económicas, no deja de compartir con los más cercanos lo poco o lo mucho que puede dar, como signo de la compañía y de la misericordia de Dios, a través de nuestra Madre Santísima a lo largo de todo el año".
Fray Marlon invita a los nicaragüenses para que aprovechen estas fiestas para fortalecer su fe y cultivar los valores transmitidos por sus antepasados, acercándose más a Dios a través de la intercesión de la Virgen María, en advocación de la Inmaculada Concepción.